El robot se llama Xian’er, mide 60 centímetros de altura y parece un monje novicio con su túnica amarilla, la cabeza rapada y guarda en el pecho una pantalla similar a una tablet.
“Es el producto de una combinación de budismo y ciencia”, comenta el maestro Xianfan, uno de sus creadores. “De esta forma se muestra que ciencia y budismo no se oponen ni se contradicen, y que pueden combinarse y ser compatibles”.
El monje robot ha sido desarrollado en un proyecto conjunto de una empresa tecnológica y especialistas en inteligencia artificial de las principales universidades chinas. Fue presentado al público por primera vez en octubre del año pasado. Desde entonces ha participado en varias ferias chinas de innovación y robótica.
“Es bonito y adorable”; dice uan visitante del templo. “Difundirá el budismo a más personas, porque pensarán que es muy interesante y les hará querer entenderlo.
Xian’er es capaz contestar a veinte preguntas concretas y de realizar siete tipos diferentes de movimientos. Los responsables del templo de Longquan aseguran que tiene una cuenta en we chat, una aplicación de teléfono móvil, con muchos seguidores. Actualmente está en desarrollo un nuevo modelo, que contará con más funciones.
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