En cierto sentido, nuestras manos definen nuestra naturaleza humana. Nuestros pulgares oponibles y la estructura única de nuestras manos nos permiten escribir, dibujar y tocar el piano. Quienes pierden sus manos como resultado de un accidente, conflicto armado o enfermedad, con frecuencia sienten que han perdido más que meras herramientas.
Una nueva invención realizada por investigadores de la Universidad de Tel Aviv puede cambiar eso. El profesor Yosi Shacham-Diamand del Departamento de Ingeniería de dicha universidad, trabajando con un equipo de científicos de la Unión Europea, ha empalmado con éxito una mano artificial de última generación a terminaciones nerviosas en el muñón de un brazo cercenado. El dispositivo, llamado “SmartHand”, se asemeja, en función, sensibilidad y apariencia, a una mano real.
El sueco Robin Af Ekenstam, primer usuario humano de la mano, no sólo ha sido capaz de completar tareas que suelen ser extremadamente complejas para una mano artificial, como comer y escribir, sino que además afirma ser capaz de “sentir” sus dedos de nuevo.
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