A Sami Haddadin, Alin Albu-Schaffer y Gerd Hirzinger del Instituto de Robótica y Mecatrónica del Centro Aeroespacial de Wessling (Alemania), se les ocurrió que la mejor manera de demostrar la efectividad del sistema de “detección de colisión” que han diseñado era probarlo ellos mismos.
Querían comprobar qué pasa cuando un robot de cocina con un objeto punzante tropieza con una parte del cuerpo de una persona, así que montaron un brazo mecánico de 14 kg al que equiparon con cuchillo, escalpelo, tijeras y hasta un destornillador. Luego lo programaron para ejecutar diferentes tareas que consistían básicamente en clavar la punta de la herramienta en alguna parte o cortar pedazos, a diferentes velocidades.
Le pusieron debajo un bloque de silicona, una pierna de cerdo y finalmente un brazo humano. El de Haddadin, concretamente, que salió ileso del experimento, demostrando así que el sensor con el que estaba equipado el robot funcionaba correctamente.
Los tres investigadores presentaron su sistema de “detección de colisión” con tejido humano en la Conferencia Internacional sobre Robótica que tuvo lugar hace unos días en Anchorage (Alaska, Estados Unidos), donde explicaron que su objetivo era desarrollar un método para prevenir o por lo menos disminuir las heridas causadas por robots destinados a ayudar en las tareas del hogar.
“El sistema de detección de colisión que hemos diseñado está basado en un modelo dinámico muy bueno que además incorpora diferentes sensores en cada articulación [del brazo robótico]”, explicaron.
Aún así, Haddadin, Albu-Schaffer y Hirzinger consideran que es demasiado pronto para introducir en la cocina brazos mecánicos como el que construyeron para el experimento. De momento, el método tradicional no automatizado sigue siendo menos peligroso.